La introducción del plástico en todas las industrias supuso el máximo exponente del desarrollo hace ya algunos años. Este material derivado del petróleo, entre otras materias primas, ha destacado desde entonces por sus extraordinarias capacidades de maleabilidad y resistencia.
Sin embargo, la recuperación y el reciclaje de plásticos sigue siendo uno de los mayores desafíos del siglo XXI. A todo ello se ha sumado la omnipresencia de microplásticos, una amenaza todavía mayor pues son el resultado de la lenta desintegración de los residuos plásticos.
¿Qué son los microplásticos?
Los microplásticos son partículas sólidas muy pequeñas compuestas de mezclas de polímeros (los componentes primarios de los plásticos) y aditivos funcionales. Aunque no existe un consenso sobre a partir de qué tamaño pueden considerarse microplásticos, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) utiliza el parámetro de menos de cinco milímetros de diámetro para referirse a ellos.
Para su clasificación, es habitual recurrir a la distinción de los microplásticos según su procedencia, aunque el verdadero origen de estos fragmentos de plástico puede ser muy variado:
- Por un lado, se consideran microplásticos primarios todas aquellas diminutas partículas de plástico que se utilizan para complementar otros productos o aditivos. Los productos cosméticos y de higiene, así como un gran número de productos de limpieza, por ejemplo, incorporan lo que se conoce como microperlas. Estas microesferas de plástico, afortunadamente, ya han sido prohibidas en varios países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Suecia o Nueva Zelanda.
Tras la publicación en 2015 de un estudio científico en la revista Environmental Science and Technology que alertaba de los peligros de estar incorporando microesferas de plástico en productos de uso cotidiano, las marcas más conocidas empezaron a adaptarse progresivamente a las nuevas normativas emitidas principalmente por países europeos. En junio de 2020 se aprobó en España el anteproyecto de ley de residuos y suelos contaminados por el Consejo de Ministros asociada al marco de la Estrategia Española de Economía Circular, que prevé la prohibición de cosméticos y detergentes que contengan microplásticos añadidos intencionadamente a partir del 3 de julio de 2021.
- Por otro lado, los microplásticos secundarios son aquellos que proceden de la degradación o separación de otros elementos. Es decir, son todas aquellas pequeñas piezas que terminan por convertirse en partículas de plástico y que se desprenden de objetos de plástico como bolsas, botellas o redes de pesca durante su largo proceso de degradación.
Los datos más preocupantes acerca de los microplásticos
Puesto que no se biodegradan, los microplásticos pueden llegar a permanecer en el medio ambiente incluso durante siglos, mientras que en muchas ocasiones el plástico de un solo uso tiene una vida útil promedio de 12 a 15 minutos.
Sin embargo, más allá de su lenta degradación mientras se convierten en partes cada vez más pequeñas, suponen una amenaza terrible para la naturaleza. Los microplásticos terminan siendo absorbidos o ingeridos por muchos animales, especialmente en el medio marino, provocando su intoxicación.
En agosto de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluía que, tras una primera investigación, la presencia de microplásticos en agua embotellada no suponía un riesgo para la salud en los niveles encontrados. Sin embargo, los autores del mismo estudio admitieron basar sus conclusiones en información limitada y pidieron llevar a cabo más investigaciones sobre esta materia.
En ese mismo periodo, se detectó que la nieve que caía en el Ártico, uno de los lugares en principio más puros del planeta, contenía microplásticos a razón de más de 10.000 partículas por litro.
Un año más tarde, investigadores españoles de EnviroPlaNet, la Red Temática de Micro y Nanoplásticos en el Medio Ambiente concedida por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, realizaron un muestreo pionero de partículas de plástico entre 1.500 y 2.500 metros de altura sobrevolando zonas urbanas y rurales del centro del país con la ayuda de aviones del Grupo Mixto del Ejército del Aire. Los resultados fueron escalofriantes, pues se estima que aproximadamente un billón de partículas de plástico flota sobre el centro de Madrid, cantidad que sin embargo se reduce considerablemente en áreas despobladas.
El estudio titulado “El consumo humano de microplásticos” de la Universidad de Victoria reveló información importante sobre la introducción de microplásticos en la dieta de los ciudadanos, pues estima que inhalamos entre 74.000 y 121.000 partículas de plástico al año de forma inconsciente.
El reciclaje y la recuperación de los plásticos, la única salida
Aunque son ya numerosas las propuestas tecnológicas para la limpieza de microplásticos en el medio natural, la forma más evidente de luchar contra esta amenaza emergente es incentivar el reciclaje y fomentar la recuperación de plásticos.
Mientras que sólo el 9% del plástico usado en el mundo se recicla (el 12% se incinera y el 79% restante se abandona en vertederos o en el medioambiente), el aprovechamiento y la recuperación energética de los residuos plásticos supone una gran oportunidad para la generación de energía en otras industrias. Es decir, lo que conocemos como el Plastics to Energy (P2E).